A BREAK FROM OURSELVES:
PERDERSE PARA ENCONTRARSE
por Lulu Bertani
© Lorenz Kenzle
Pensar en un recreo suscita una descompresión en mí. Cuando pienso en la palabra recreo, quizá por deformación profesional, pienso en break, breaktime, to break, break up, break down, breakdown, incluso «we were on a break!», y más relevante aún y también de la serie Friends, «a break from ourselves» (1). Y ahí es cuando lo lúdico e interesante se presenta. La idea de tomarse un tiempo, un recreo de una misma. Si lo traduzco de forma literal, también me interesa esa frase en cuanto al uso del pronombre we. Dice ourselves. ¿Cómo obtenemos eso en la vida como seres que habitamos este presente en conjunto? En mi caso, por fortuna, de varias maneras. Una es, sin dudas, a través del arte. Olvidarse por un rato de una misma desde la propia individualidad —algo que relaciono con esta era— para conectar con la humanidad. Con aquello que nos define. Algo que nos conecta con todas y con el todo. El arte, considero, es la expresión humana que busca ser y comunicar desde la unicidad de forma tal que es intrínsecamente un puente para comunicar algo superior.
Estas semanas estuve haciendo esos recreos de mí misma, a veces de horas y también de alguna forma recreos de la vida diaria. Días para conocer ciudades, culturas, museos de arte, propuestas, eventos; es decir, consumir cultura. Perderse por las calles para encontrar algo nuevo. Estas experiencias me llevaron a interpretar que en realidad siempre se estaba hablando de lo que justamente nos atraviesa como uno: el amor, la alegría, la sensación de logro, las propias elecciones y las ajenas, el cuerpo, el sexo, la vejez, y también la vergüenza, el dolor, lo disonante, la reacción y el rechazo. Temáticas que nos atraviesan de formas únicas pero repetidas, y a su vez nos permiten empatizar con un otro que seguramente tiene algo para contar con respecto a su experiencia personal.
Lo primero que tuve para olvidarme de mí un rato, fue una cita donde visité la muestra del fotógrafo Erwin Olaf, curada con un criterio tal que logró que quiera perderme en ella y a su vez no perderme nada. Deambulé por las salas del Centro Cultural de la Villa Fernán Gómez en Madrid, para comprender la biografía y la producción de este fotógrafo, artista holandés, que trasciende su historia personal y conforma una extensa y potente obra a través de autorretratos y retratos para mostrar realidades de esta época. Imágenes producidas, tomadas e intervenidas con Photoshop para conseguir que se asemejen a pinturas clásicas. Muchas tan estéticas y bellas que sería un lujo tener una en el living de mi casa. Algunas tan incómodas que solo puedo recordarlas en imágenes. Otras tan poderosas que atraviesan culturas, generaciones y llegan al hueso de la condición humana moderna. En Madrid, y encima gratis. Gracias vida.
Avión de por medio, visité por segunda vez el Museo Guggenheim de Bilbao. Justo con la exposición de Yoshitomo Nara. Imágenes infantiles a un primer vistazo para interpretar la incomodidad, el enojo, el desgano y tantas otras emociones primarias. Por otro lado, la instalación de Richard Serra, Torqued Ellipses, en ese museo jamás dejará de cautivarme. Y el edificio es en sí una obra de arte. Además, conocí el Centro Cultural Alhóndiga. Un lugar increíble: muestras de arte, tiendas, cine, biblioteca, gimnasio, una piscina con piso transparente ubicada en el último piso que se ve desde el hall de entrada, 48 columnas intervenidas por artistas, una sección con piso luminoso estilo disco dance década del setenta y seguro más detalles que estoy olvidando ahora. Sin dudas, un espacio que invita a la reflexión y al juego.
Por volver a una ría (2)2, presencié una competencia de remo en las afueras de Bilbao. Más suerte imposible. En esta caminata observé un canal con puentes y puentes y más puentes. Un domingo donde, reunidos, los locales comían y bebían. Comí bonito a la parrilla en un puesto mientras veíamos la competencia desde la costa del canal. La energía compartida, el apoyar a los equipos, de nuevo, lo colectivo por sobre el individuo. Y como gran plan cultural, fui a un festival en la montaña en el que tocaron en vivo tres bandas que viven heavy rotation en mis playlists, bandas que me convocan desde sus líricas y ritmos, artistas que considero figuras relevantes en la actualidad: Arcade Fire, Jungle y Kiasmos (3).
Volviendo al punto, todas estas experiencias artísticas y culturales, manifestaciones de ideas de otros, son vías que se habilitan para olvidar lo que creo me define y así conectar con lo colectivo, con lo que define la condición humana. Perderse para encontrarse en algo superior y mayor a uno mismo. Historias mínimas en imágenes que dicen algo de la era que vivimos. Lo compartido por ser humanos que habitamos en sincronía y disonancia este espacio presente que prefiero no intentar definir con adjetivos. Todo lo que vi fueron artistas contemporáneos, actuales. Nara está vivo. Olaf murió el año pasado.
Por último, y porque pareciera que aunque lo intente siempre vuelvo a mi móvil, cierro con @__nitch. Una cuenta que me invita a pensar y debatir en inglés. Cada publicación está compuesta de una buena imagen en blanco y negro, que en general es un retrato, y luego una frase. También en mi doomscrolling personal me crucé con una frase de Paolo Pasolini: «I had the profound desire to be alone, because only alone, lost, silent, on foot, can I recognize things». Pasolini nos invita a reflexionar sobre cómo al estar solo, perdido y deambulante, en silencio y a pie, es que él puede reconocer cosas. Estas condiciones (que son elecciones en este caso) pueden hacernos reconocer cosas del presente que nos rodea. La poderosa idea de que cuando nos volvemos sólo observantes y nos permitimos perdernos en el flow de ver la vida pasar, sin juicio, es que podemos ver la grandeza y a su vez la pequeñez de la condición humana. Y entonces, conectar con ella en presencia. Identificarnos con eso que vemos como una parte de ese colectivo. En la búsqueda de comprender más la humanidad desde la propia unicidad. ¿Acaso no es eso lo que hace el artista al crear su obra?
(2) Brazo de mar que se interna en la costa y que está sometido a la acción de las mareas. Un río nace en la montaña y desemboca en el mar. Una ría en definitiva es el mar entrando hacia la tierra, un río salado.
(3) Si nunca has escuchado a Kiasmos, recomiendo que arranques por Looped con buenos auris si te gusta la música electro sin lírica, por capas y algo minimal: que sería algo así como dos DJs, que usan pianitos y keyboards para hacer sonidos en bits que me hacen bailar y deslizarme a la vez en un flow perfecto cuando patino. Sailed y Blurred también son de mis preferidas.
De profesión traductora y analista en comunicación, LuLu ha dedicado los últimos veinte años a estudiar la lengua, los idiomas español e inglés, la cultura y la comunicación en medios. Amante de todo lo referente a las palabras, las frases y los textos, destina su labor a traducir textos, editar libros de enseñanza y dar sesiones de inglés basadas en la comunicación no violenta.
Agustina Manuele
Co-fundadora
Directora
Flor Vent
Co-fundadora
Directora Editorial y Creativa
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